Un grupo de 15 chicos con distintos tipos de discapacidad intelectual realizan una entrada en calor corriendo alrededor de una cancha del club CFR de Moreno. Bajo la atenta mirada del entrenador, esquivan conos y dan pases cortos, antes de dividir el grupo y dar inicio al partido de práctica. Fernando Piñol, un joven de 26 años con síndrome de Down, se destaca controlando la pelota y dando un potente remate de media distancia que termina dentro del arco. Lleva puesta la remera titular de la selección con el número 10 en la espalda.
“Ahí lo tenés al otro Messi”, comenta sonriendo Juan Rivas, el entrenador del equipo de fútbol inclusivo de la Asociación Civil Andar, donde Fernando es el capitán. Junto a tres de sus compañeros -Abigaíl, Aylén y Benjamín- viajaron el sábado pasado a Rusia para representar al país en el FIFA Foundation Festival. Se trata de un evento deportivo paralelo al Mundial en el que participan más de 200 jóvenes de 48 países provenientes de organizaciones sociales que utilizan este deporte como una herramienta de inclusión social.
Fernando tiene una capacidad de habla limitada, pero afirma con esfuerzo: “Tengo ganas de meter muchos goles en Rusia”. En tono de broma, un voluntario le pregunta al pasar si a él también le atajan los penales, en referencia al tiro fallido de su ídolo Lionel Messi en el partido de la selección contra Islandia. “No, yo lo meto”, responde con una sonrisa pícara.
Su fanatismo por el fútbol comenzó desde muy chico, cuando, por recomendación de los médicos, su familia lo incentivó a hacer distintos deportes. “Prácticamente nació con una pelota. El fútbol siempre fue su gran pasión y la herramienta con la que consiguió progresar”, sostiene su madre, Lucía Lapolla.
Comenzó a jugar a los 7 años en el Club Italiano de Merlo, barrio en el que vive junto a sus padres y su hermano menor. Allí se destacó y llegó a participar de partidos por la Liga de Fútbol Inclusivo. Este torneo, creado en 1998 por la Asociación Civil Andar, organiza una fecha por mes donde se enfrentan equipos mixtos integrados por jugadores con y sin discapacidad de toda la provincia.
A los 19, cuando egresó de una escuela especial, les aconsejaron a sus padres inscribirlo en Andar, donde además de jugar su deporte favorito podría hacer otras actividades que lo ayudarían a aprender diferentes oficios y a desarrollarse. Hoy en día, trabaja de 9 a 15 en la panadería de esta asociación civil, cuyos panes son destinados a alumnos de escuelas públicas de Moreno, partido donde están ubicados.
Pero los días más esperados por él y sus compañeros son los martes y los jueves, cuando se juntan por la mañana a entrenar y preparar el partido de la próxima fecha. “El fútbol es una herramienta de transformación sumamente poderosa. Nosotros creemos que la cancha es una escuela sin paredes, donde todos aprendemos respeto y empatía”, explica Rivas.
Raúl Lucero, fundador de la Asociación Civil Andar, no puede evitar sonreír cuando le preguntan por su jugador estrella. “Cuando hablo de Fer se me pone la piel de gallina. Él demuestra que, como cientos de pibes en su situación, cuando se les ofrecen oportunidades y, por sobre todo, confianza, pueden desarrollarse y aprovechar su potencial al máximo. Para nosotros es Messi”, asegura.
No es casual que el apodo de Fernando sea el del capitán de la selección. Cuando se le pregunta cómo se llama, él mismo responde: “Messi”. Su madre agrega: “Muchas veces se pone a ver partidos para analizar cómo juega y después copiar sus movimientos. Lo imita incluso en la forma de festejar”. Por eso, la posibilidad de conocer a Messi era todo un sueño y Fernando la pudo hacer realidad.
Conocer al diez
Todo comenzó el 21 de mayo, cuando un emocionado Jorge Sampaoli presentó a Fernando y a sus compañeros el predio de la AFA , luego de dar a conocer la lista de 23 jugadores que viajarían al Mundial. Apenas seis días después, tuvieron la oportunidad de presenciar, junto a otros 20.000 espectadores, la práctica abierta de la selección en el estadio de Huracán. Ese día, Messi se acercó al seleccionado de fútbol inclusivo para saludarlos y sacarse una foto. “Fue muy lindo conocerlo”, revela Fernando con una gran sonrisa, que expresa mucho más de lo que dice.
La delegación de la selección argentina de fútbol inclusivo, formada por los cuatro jugadores y cuatro acompañantes, llegó a Moscú con la esperanza de participar de distintos partidos y diversas actividades inclusivas. “Somos uno de los cuatro países que están llevando jugadores con discapacidad intelectual. Los chicos van a poder formar equipo con jóvenes de todas partes del mundo. Va a ser muy enriquecedor para todos”, destaca Rivas. El partido final se jugará en la Plaza Roja de la capital rusa.
Desde su casa en Merlo, su madre confiesa, emocionada: “A veces la gente es prejuiciosa con los chicos como Fer, creen que no son capaces de hacer muchas cosas. Pero él nunca dejó de esforzarse para cumplir sus objetivos. Para nosotros es un orgullo enorme que él llegue tan lejos haciendo lo que le gusta”.